En el inicio de los tiempos


Se ve que de pequeña no soportaba los capítulos no numerados.
Rüdiger, y Anna, y Anton, me acompañaron largas noches y días, y aún recuerdo ese primer encuentro, y preguntarle a mi hermana cómo se pronunciaban aquellos nombres alemanes tan complicados. Scostésten. Schetostesten. Incluso recuerdo preguntarle qué significaba la palabra carraspear.
Carraspeo yo ahora y digo que un día echaron a volar, y los seguí corriendo. Ellos me abrieron la puerta a la literatura. Se adueñaron de mis tardes y de mis miedos. 
Mis pequeños vampiros.

Comentarios

  1. ¡No sabía que habías hecho el blog! Me han encantado (la entrada y el blog).
    Recuerdo cuando leías El pequeño vampiro (y lo asocio a Kika Superbruja, ¡nuestras primeras colecciones literarias!), en aquella habitación enana para las dos, en la que muchas veces pienso que dónde meteríamos hoy nuestras respectivas bibliotecas, y se me viene a la cabeza algo relacionado con tornillos xD.
    Muy chuli todo, ¡avisa cuando escribas!

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    Respuestas
    1. Aaaaay, ¡gracias! Pues sí, he hecho un blog, pero creo que ya me he cansado de él xD Algún día deberíamos intentarlo, lo de meter todos nuestros libros en un mismo cubículo. ¡Y los tornillos! Tengo que buscarlo, era del cuarto libro. Eso es de la época en que todavía me deja a leer, jaja.

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