Reseña "Crónica del asesino de reyes"

El nombre del viento, de Patrick Rothfuss. Esas cuatro palabras que despiertan al fata que todos llevamos dentro; que susurran al oído de la fantasía; que evocan canciones y embellecen estanterías. Esas cuatro palabras que dan nombre a una historia sin nombre.

Yo lo sabía. Desde mucho antes de que abriese el libro por primera vez, tenía la certeza de que esta historia me iba a enamorar. Sabía que adoraría a Kvothe. Sabía que viviría con intensidad cada página que pasara. Sabía que no iba a ser una historia cualquiera, que se convertiría en una de mis favoritas. 

Sabía muchas cosas, pero en realidad no sabía nada. El libro acabó siendo todo lo que esperaba, pero nada de lo que me imaginaba. Y después llegó el temor, y tras ello la música. Y aunque haga muy poquito desde que los terminé, ya sufro el dolor de la espera y la curiosidad. 

Mientras tanto, he aquí todo lo que algún día tuve que decir sobre estas tres fabulosas novelas:

EL NOMBRE DEL VIENTO (del 17 al 26 de Agosto de 2017):

Si lo que esperáis de mí es una extensa reseña, con todos los puntos fuertes de la novela, enumerando qué me ha enamorado y qué no, desde Kvothe y Denna, hasta Cronista y Bast, recorriendo los pasillos de la Universidad, estudiando esas ideas de magia y sigaldría, visitando todas las posadas del camino, y deleitándome con la melodía de un decrépito laúd, ya os digo yo que no lo vais a conseguir. 

Lo que vais a conseguir es un silencio, un silencio triple, constituido por las cosas que me faltaban: las palabras.

EL TEMOR DE UN HOMBRE SABIO (del 30 de Agosto al 27 de Septiembre de 2017):

Lo primero que diré respecto a esta novela es que mi experiencia ha estado desde el principio equivocada. Todo empezó cuando me decidí a leerla en verano, seguido de haberla terminado hace apenas unos minutos, a la deslumbrante luz del día. 

Esta novela pertenece al otoño. Es el otoño en sí. Es la noche, es el frío, es la lluvia. Es el fuego en la chimenea. Chisporrotea. Habla. Susurra cosas. Se pierde bajo su propio peso. Sus páginas son cuchillas afiladas, y si no las tratas con cuidado, te van a hacer sangrar. Esta novela es innombrable, pero se puede nombrar de mil maneras. Es la espesura, es la maleza. Es la luna. Es un gato desperezándose. Son dos ojos brillantes. 

Así que, mientras mi mente dormida se paseaba por las calles de Severen, y zarpaba en barcos río abajo, y cometía asesinatos, y aprendía otros lenguajes, y se acurrucaba a la luz de una hoguera, bebiendo licores de fruta de una botella, la otra parte de mi cerebro sabía que eso no era del todo cierto. No. Por más que yo quiera negarlo, sabía que se trataba de una historia. Una historia tan bien hilada, tan bien calculada, tan bien soldada, tan mágica y tan simpática, que por unos instantes casi creí que me quedaría allí para siempre. Atrapada en los brazos de Felurian, bajo el embrujo de alguna hermosa canción, o víctima de felonía. 

Pero el hechizo se rompió cuando la luz de la tarde se filtró por entre mis cortinas. Lo cierto es que ya se había roto varias veces, tras largos días de insufrible calor. No, esta novela no está hecha para el verano. Una hogaza de pan bien calentita no te sienta tan bien en verano como lo haría en invierno. La luz de una vela por la noche no es tan reconfortante en verano como lo es en invierno. Y arrebujarse en una mantita... bueno, nadie se rebuja en una mantita en verano.

Así que tened por seguro que volveré a visitar este mundo. Cuando la calle huela a castañas asadas, y la gente busque refugio en los portales. Cuando la lluvia se enfade con la tierra. Cuando las estrellas sean más amables. Cuando el día sea más noche que día.

Lo haré cuando mi mente despierta vuelva a estar preparada.

LA MÚSICA DEL SILENCIO (del 25 al 29 de Octubre de 2017):

El quinto día, la lectora cerró el libro. Una sonrisa blanca como la luna adornaba su cara, y en su colchón de agua calma recapacitó sobre todo lo que había leído.

Otros lectores lo encontraban aburrido, extraño, intragable. Un laberinto de palabras sin sentido que no llevaba a ningún sitio. Pero para ella, el libro cumplía su papel. Tenía el número perfecto de verbos y adjetivos, y tantas preposiciones como estrellas hay en el cielo; contenía la cantidad justa de amor y dulzura; un cuidado y una delicadeza envidiables; tanta ternura que su corazón se reblandecía, ruborizado. Se comportaba como un gato salvaje, pero también como un pajarillo. Era libre, noble y correcto.

La decepción no tenía cabida en su interior, no para aquella historia.

Porque no había encontrado el libro extraño ni mentiroso. En él había encontrado lo que le habían prometido. En él había encontrado a Auri. Nada más y nada menos que los engranajes de una mente maravillosa, llena de inocencia, calidez y sueños. En él había encontrado a un amigo.

La lectora se levantó suavemente y se desperezó, arqueando la espalda como un gato al sol. Dio tres pasitos y colocó el libro en la estantería. Estaba bien acompañado. Pero no. Aun así el libro se sentía solo. Lo recogió y probó en el escritorio, que estaba lleno de ejemplares portentosos. Y aun así el libro seguía sintiéndose solo. "No soy como las demás historias", decía. "No hago lo que se supone que tiene que hacer una historia normal".

Entonces la lectora lo sostuvo y lo abrazó en su pecho. Le dio un beso y le dijo: "no llores, yo te entiendo".